Muchas veces nos quejamos de la actitud que tienen los alumnos y alumnas en clase, de su agresividad o pasividad, y no nos damos cuenta del trasfondo.
Esta actitud es solo la punta del iceberg, que muestra que debajo hay una base, no siempre buena; en muchos casos viene dada por lo que cada uno ve en su casa, por el comportamiento que le sirve de ejemplo. Es entonces cuando los adultos debemos considerar cómo les estamos educando, sobre todo los padres que deben replantearse si lo están haciendo en los mejores parámetros.
Como ejemplo, esta entrada que pertenece al blog del juez de menores Emilio Calatayud, escrito por su compañero Carlos Roldán, a raiz del problema que sucede a diario en las puertas de centros infantiles y colegios, y que desgraciadamente presencian los menores: